En primer lugar, es necesario enfatizar la fuerte influencia del pensamiento de Rawls en la estructura teórica de Van Parijs, ya que esto nos circunscribe en concepciones de justicia alrededor de la imparcialidad. Esto quiere decir que al interior de esta corriente de pensamiento, instituciones justas son aquellas que realizan acciones no arbitrarias, aquellas que son neutrales frente a lo que cada uno de los individuos constituyentes quieren hacer con sus vidas. En términos generales, es una concepción liberal de la justicia, donde cada persona puede tener sus propias concepciones sobre lo que es bueno y por ende, digno de perseguir.
En segundo lugar, la propuesta de los liberales es entonces una sociedad lo más pluralista posible, donde cada quien tenga la posibilidad de elegir sus objetivos de vida, decidir sobre su adhesión a tal o cual comunidad dentro de la sociedad y tal o cual religión. Sólo existe un requisito fundamental para poder realizar estos planes de vida libremente: deben respetarse las decisiones de cada quien sobre su vida, es decir, no debe existir la heteronomía.
Ahora bien, antes de realizar más afirmaciones, definamos moral y ética. Empecemos por describir cuáles son los nexos entre ética y moral, para lo cual usaré como base la evolución de ambas palabras en nuestro idioma (Ver www.elcastellano.org). Ambas palabras podían ser traducidas inicialmente como costumbre, pues moral provenía del latín moralis, y ética del griego ethos[2]. Este resultado llevaría a que no se pudiera hacer ética sin moral, pues serían virtualmente lo mismo. Sin embargo, sabemos que las palabras evolucionan de manera extraña y a veces sorprendente, razón por la que no sería correcto quedarnos con esta primera idea.
Posteriormente, la palabra ética se transformó, separándose de la moral en su sentido literal y adoptando el significado de filosofía de la moral (DRAE). ¿Qué es entonces la moral? Dicha palabra sí continuó ligada a las costumbres, concibiéndose entonces como un concepto con fundamento social y resultado de interacciones entre las personas en el transcurso de la historia. Desde la perspectiva de la moral, estas costumbres tienen un impacto en la forma como las personas conciben qué es lo bueno y lo malo, expresando una especie de peso social sobre la constitución de las personas morales, sin que ello nos lleve necesariamente hacia la pérdida de la autodeterminación.
Entonces, podemos decir que a grandes rasgos la moral es la concepción personal de lo que es bueno o malo según el contacto de cada persona con su entorno social. La ética es entonces el estudio racional sobre la validez de estas concepciones morales, es decir, la búsqueda de lo razonable socialmente.
Por lo tanto, mientras la ética parece un ejercicio de la razón, la moral hace referencia a la acción humana. Pero es imperativo hacer aquí una aclaración: que la moral haga referencia a la praxis humana, al actuar, no quiere decir que la moral sólo tenga campo de aplicación en lo que es, mientras que la ética sobre lo que debe ser. Tal diferenciación es errónea, lo que ilustraremos con un ejemplo.
Supongamos que tenemos una concepción moral que nos dice que ser católicos es lo correcto y seguir los mandamientos (10) que dicta tal religión es lo bueno; la violación de los mandamientos – el pecado – es lo malo y no ser católicos es malo, pues se está fuera del Dios benefactor, origen y fin de todo en este mundo. El criterio utilizado obedece a un ejercicio intelectual, según el cual ante la existencia de una posible vida después de la muerte física, esta vida espiritual tendrá tal o cual forma según el seguimiento de los mandamientos de “Dios”. Si en mi actuación yo digo una mentira con responsabilidad, entonces mi moral juzga tal hecho y dice que es malo, pues ello sería castigado por “Dios”; ¿aquí hacemos referencia solamente a lo que es? Pues no. En realidad hemos utilizado una visión normativa para analizar lo que es, en el sentido en que tenemos un escenario de lo que es deseable: no cometer pecados y seguir los dictados de “Dios”. El juicio mismo hace referencia siempre a una visión normativa, mientras que las explicaciones son propias del campo de lo que es. Por ende, la moral no hace sólo referencia al hecho mismo, sino que lo estudia desde un deber-ser específico e influido por la sociedad circundante; tanto ética como moral están en el campo del deber ser.
[1] Este ensayo es parte del libro Contrastes sobre lo justo. Debates en justicia comunitaria, que se puede encontrar en la red: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/colombia/ipc/contrast.pdf
[2] La traducción de ethos es problemática, por la existencia de varias acepciones adicionales, dentro de las que encontramos una forma de retórica conjuntamente con el pathos y el logos. Además, puede comprenderse como una forma de estatismo estético. Aquí, sin embargo, abandonamos ambas etimologías para dirigirnos hacia aquella relacionada con la valoración del accionar humano.
[3] Entendemos como libertad negativa aquella que determina un espacio de acción libre de coacción de otros individuos. Entonces, la libertad negativa estaría relacionada con la posibilidad de inmunizarse de la voluntad y poder de personas con quienes busco convivir.
[4] Resulta interesante sobre este tópico la exposición de Rawls en “La idea del consenso traslapante”, que puede verse en el libro Liberalismo Político del mismo autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario