domingo, 20 de julio de 2008

¿Es suficiente el estudio de la inversión agregada?


¿Por qué un país puede crecer de forma sostenida? Pregunta corriente entre y para los economistas de gran relevancia, en cuanto el crecimiento se considera un factor importante – mas no suficiente – en la lucha contra la pobreza, al aumentar el acervo de los bienes a disposición de la sociedad. Los estudiosos del crecimiento económico muestran que un crecimiento sostenido puede generar importantes reducciones en la pobreza y aumentos en las condiciones de vida de los habitantes de una nación.


Mauricio Rodríguez, columnista de El Espectador, ha publicado recientemente un artículo en el que señala qué se requiere para tener un crecimiento sostenido como el de China y cuáles han sido las falencias de Colombia al respecto[1]. Me propongo hacer algunas precisiones sobre un aspecto bien particular del tema: la inversión agregada alta y sostenida para generar crecimiento económico.


Una rápida revisión de la literatura especializada sobre el tema nos informa que los cambios en la acumulación de capital no logran explicar correctamente los cambios en las tasas de crecimiento per cápita y que para ello se necesita un estudio más profundo sobre lo que los neoclásicos llaman Productividad Total de Factores. Sin embargo, esto no quiere decir que la inversión no sea importante, sino que no lo es todo en estos tópicos – y todavía puede ser importante el problema de su distribución entre sectores económicos, lo que dicha escuela no analiza; estas conclusiones llevaron a la realización de ampliaciones de los modelos de esta escuela hacia rendimientos crecientes a escala, innovaciones tecnológicas, competencia monopolística y creación de capital humano – que tampoco escaparía este último a la inversión en sentido amplio.


Rodríguez afirma que la tasa de inversión debe ser de mínimo un 30% y sostenida así durante años para que se realice el crecimiento sostenible. Sus consejos se amplían hacia el aprendizaje e innovación tecnológica, el capital humano, la confianza, la inserción internacional y la infraestructura de transporte, consejos sustentados desde la teoría neoclásica. Sin embargo, ¿es esto suficiente?


Resulta interesante observar que la inversión no tiene usos con rendimientos homogéneos y que sus efectos sobre el crecimiento de largo plazo son muy disímiles según sea su uso. Esta aproximación la llamaremos estructuralista, en la medida en que se retoman los planteamientos de Kaldor-Prebisch-Hirschman-Thirlwall. ¿Es igual para el crecimiento la inversión que se genera en la industria y aquella en el sector terciario de la economía?


La primera Ley de Kaldor sostiene que existe una importante relación de causalidad entre el crecimiento del producto industrial y el crecimiento del PIB total. Desde esta perspectiva, es el sector industrial el que jalona de manera importante el PIB, puesto que es allí donde se produce el cambio técnico endógeno y los encadenamientos productivos más importantes. El cambio técnico endógeno surge como resultado de investigación para la mejora de procesos productivos y son resultado de producción industrial, donde se aplican en su mayoría; este cambio técnico permite, según Kalecki, el aumento de los beneficios capitalistas de manera temporal, pero lo suficiente como para generar incrementos en la demanda efectiva que impulsará el crecimiento económico.


Adicionalmente, la teoría de los encadenamientos productivos procede de Albert Hirschman, quien sostiene que el sector industrial genera demandas importantes hacia atrás, en sectores de bienes primarios e incluso terciarios, para luego generar encadenamientos hacia adelante por medio de la producción de máquinas y cambio tecnológico para aquellos sectores. Entonces, el crecimiento industrial crea impulsos fundamentales en la economía, conllevando a un crecimiento económico más fuerte y sostenido en la medida en que los encadenamientos son duraderos. Si bien los encadenamientos productivos también existen en la agricultura y los servicios, ellos no son tan importantes como en la industria.


Estas propiedades del sector industrial hacen que en él se produzca una fracción importante del valor agregado de la economía en proporción al capital empleado. Adicionalmente, el empleo que genera es de mayor calidad que el empleo del sector de servicios, pues en este último tenemos los mayores niveles de informalidad y subempleo nacionales, siendo las condiciones laborales más precarias que en aquel en términos de seguridad social, por ejemplo. De esta manera, un efecto accesorio de la industria es el crecimiento que se da en el tamaño del mercado nacional, lo que se constituye en fuente sostenida del crecimiento económico.


Podemos concluir que la industria permite el surgimiento de círculos virtuosos de crecimiento, a partir de los que se puede interpretar la realidad de Corea y otros tigres asiáticos durante cuatro décadas desde 1960, la situación de China y otros dragones de sudeste asiático durante más de 20 años desde 1980. Alice Amsden hace una correcta evaluación del caso de Corea, donde muestra el proceso de industrialización tardía como política de Estado que permitió un impulso sostenido y definitivo sobre el crecimiento económico.


¿Cómo evaluar si la posición de Rodríguez sobre la inversión? A principios de la década de los noventa, Colombia obtuvo una tasa de inversión casi sin precedentes (25,75% en 1995); la mayor fracción se dirigió hacia la explotación de recursos naturales escasos – combustibles fósiles – y hacia el sector de servicios, que gana espacio en la participación en el PIB nacional. Quien pierde participación es la industria, en una desindustrialización relativa[2]. Chica y Núñez muestran en estudios al final de esa década, que gran parte de esa inversión industrial se destinó a equipos de oficina, que si bien aumenta la eficiencia administrativa, no lo hace respecto a la productividad fabril.

Ya para finales de la década, el crecimiento se hace insostenible a causa de dos fenómenos: el endeudamiento del país por el acelerado crecimiento de las importaciones, fundamentalmente de bienes de consumo para comercio (fortaleciendo el sector servicios) y la desindustrialización relativa.


Rodríguez nos dice que basta con una tasa de inversión alta. Por el contrario, sostenemos aquí que es necesario evaluar la forma como se destina la inversión, para determinar el futuro del crecimiento económico de un país.


[2] Con desindustrialización relativa se hace referencia a la pérdida de participación del valor agregado industrial en el PIB nacional, sin que se consoliden industrias de bienes de capital.

No hay comentarios: